QUINO

Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido mundialmente como Quino, fue un talentoso humorista gráfico y creador de historietas argentino, nacido el 17 de julio de 1932 en Mendoza y fallecido el 30 de septiembre de 2020. Es reconocido principalmente por ser el creador de Mafalda, la icónica tira cómica que reflexiona sobre temas sociales, políticos y culturales a través de una niña curiosa y crítica.

Desde temprana edad, Quino mostró un gran interés por el dibujo, lo que lo llevó a dedicarse profesionalmente a la ilustración y la caricatura. Aunque Mafalda es su obra más famosa, su legado abarca una vasta colección de dibujos humorísticos que retratan con agudeza y profundidad las contradicciones y absurdos de la condición humana.

Quino se destacó por su capacidad de combinar humor, crítica social y ternura, lo que lo convirtió en una figura querida y admirada en todo el mundo. Su trabajo le valió múltiples premios y reconocimientos internacionales, consolidándolo como uno de los grandes maestros del humor gráfico.

HOMENAJE A QUINO

Reflexiones sobre su legado a través de las historietas de Mafalda

Quino, uno de los más grandes artistas de la historieta y la sátira social, dejó una marca indeleble en la cultura popular con su aguda crítica a los problemas sociales, políticos y económicos. A través de su personaje más emblemático, Mafalda, nos ofreció una visión única del mundo, tanto con su humor ácido como con sus profundas reflexiones sobre la realidad. En cada viñeta, Quino nos invitó a pensar sobre las contradicciones del poder, las injusticias que atraviesan la sociedad y las dificultades de la vida cotidiana, todo ello sin perder nunca el toque de humor que caracterizó su obra.

Mafalda, esa niña rebelde, inteligente, crítica, pero también inocente, nos mostró un mundo que no siempre era justo ni coherente. A través de su mirada inquisitiva, Mafalda desnudaba las falencias del sistema, cuestionaba la política, el autoritarismo, la pobreza y la inequidad, mientras reflejaba los sentimientos de muchas generaciones que, al igual que ella, se sentían perdidas en un mundo lleno de contradicciones. Quino no solo nos ofreció un personaje entrañable, sino una manera de mirar la realidad, un espejo en el que todos podíamos vernos reflejados. Hoy, al rendirle este homenaje, quiero recordar y reflexionar sobre algunas de las historietas que, a lo largo de los años, no solo me hicieron reír, sino también pensar profundamente.

La crítica a la economía y el impacto global

Una de las primeras historietas que quiero resaltar es aquella en la que el padre de Mafalda, sentado frente al televisor, escucha una noticia que habla sobre los precios del mercado internacional y las trabas aduaneras impuestas por otros países, las cuales, según la televisión, "ahogan nuestras exportaciones y deterioran nuestra economía". En el tercer recuadro, Mafalda, con su característico tono de indignación y crítica, reflexiona: "¡Qué mala pata! ¡Justo a nosotros viene a tocarnos un mundo lleno de países extranjeros!" Esta viñeta es una crítica directa a la injusticia del sistema económico global, que no solo afecta a los países en desarrollo, sino que los deja a merced de decisiones tomadas fuera de su control. A través de esa simple línea de Mafalda, Quino nos recordaba que las decisiones tomadas por otros países tienen un impacto directo y a veces devastador en nuestras economías locales.

Lo interesante de esta viñeta no es solo el comentario sarcástico de Mafalda, sino el hecho de que, en pleno siglo XXI, seguimos enfrentando los mismos dilemas globales: la globalización, las políticas comerciales que protegen los intereses de las grandes potencias y la marginalización de los países más pequeños. Mafalda no solo hacía preguntas, sino que nos obligaba a cuestionar el orden establecido, a mirar más allá de las noticias y pensar en las causas y consecuencias de esas decisiones.

El poder, la ideología y la crítica al autoritarismo

Otra historieta que resalta el sentido crítico de Quino es aquella en la que Mafalda y Miguelito, curiosos, se cruzan con un policía que lleva su palo de defensa. Mafalda, con su aguda observación, toca el palo y lo denomina "el palito de abollar ideologías". El policía, con cara de sorpresa, los observa mientras ellos se alejan, y el pensamiento del agente refleja la inquietud que Quino quería transmitir: "¿¿¿El palito de abollar ideologías???" Esta viñeta es un ejemplo claro de cómo Quino abordó la represión política, el control del pensamiento y la utilización del poder para moldear las opiniones y actitudes de la sociedad. La imagen del policía preocupado, pensando en su palo, simboliza la forma en que las instituciones de poder, a través de la fuerza y la violencia, buscan subyugar el pensamiento crítico de la sociedad.

La sátira de Quino se convierte en un acto de resistencia, una invitación a reflexionar sobre cómo las estructuras de poder imponen sus propios valores e ideas, dejando a los individuos sin la posibilidad de cuestionarlas. Hoy, cuando vemos tantos gobiernos que recurren a la represión para acallar las voces disidentes, esa crítica de Quino sigue tan vigente como en su época.

El dilema de la autoridad y la violencia

En otro ejemplo poderoso sobre la autoridad y la violencia, Mafalda le pregunta a un policía si él es "bueno". La respuesta del policía, "Los policías somos todos buenos", parece una afirmación inocente, pero cuando Mafalda observa el revólver del oficial y se aleja, reflexiona: "Empiezo a comprender cómo funciona la bondad". Esta viñeta es un comentario ácido sobre cómo la autoridad se ejerce a través de la violencia, y cómo muchas veces la "bondad" de las instituciones se basa en el uso de la fuerza para mantener el orden. Quino nos invita a preguntarnos: ¿es realmente "bueno" un sistema que depende de la violencia para funcionar? ¿Acaso el uso de la fuerza no despoja a la autoridad de su moralidad? Mafalda, con su inocencia y su agudeza, nos enfrenta a una pregunta incómoda sobre la legitimidad del poder.

La violencia como método de control social

En una historieta que refleja una visión crítica de la política y la violencia en la sociedad, Mafalda le explica a Guille que el camión hidrante de la policía "es por si hay sembrada violencia, Guille. Para arrancarla de raíz, apenas aparecen brotes estos señores van y los riegan". Esta crítica a la violencia como un "método agrícola" muestra la contradicción inherente en los sistemas que intentan controlar y erradicar la violencia a través de la misma fuerza que la genera. Mafalda, con su sentido del absurdo, deja entrever una de las ironías más dolorosas: la violencia no se erradica con más violencia, sino que se perpetúa en un ciclo sin fin. En tiempos de represión y control social, esta crítica de Quino sigue siendo pertinente, recordándonos que el sistema no siempre tiene las respuestas que prometió.

La censura y la ironía del lenguaje

Quino también tocó el tema de la censura de manera ingeniosa. En una historieta, Mafalda se encuentra con un grafiti que dice "¡BASTA DE CENSU", un mensaje truncado que refleja la ironía del intento de censura. Mafalda, con su mirada crítica, se pregunta si el autor del mensaje "se le acabó la pintura o no pudo terminarlo por razones del dominio público". Esta escena, cargada de humor, revela cómo Quino usaba la ironía para señalar la falta de coherencia y la auto-censura presente en las sociedades que pretenden controlar lo que se puede decir y lo que no. En su crítica a la censura, Quino lograba señalar la contradicción de intentar controlar algo tan esencial como la libertad de expresión, mientras que la propia censura se vuelve tan absurdamente ineficaz que ni siquiera puede completarse correctamente.

El paso de la niñez a la adultez y la crítica al sistema social

Finalmente, una de las viñetas más significativas para mí es la que fue introducida a mi vida gracias a mi esposa Giselle, quien es una gran admiradora de Mafalda y de la obra de Quino. En esta historieta, Miguelito observa a un joven que, tras un largo día de trabajo, lleva en un brazo libros y papeles, mientras que con la otra mano sostiene un chupetín y un cigarro. Miguelito, reflexionando sobre el paso de la niñez a la adultez, se dice a sí mismo: "La vida no debiera echarlo a uno de la niñez sin antes conseguirle un buen puesto en la juventud." Esta reflexión de Miguelito es una crítica profunda a las expectativas sociales que, desde una edad temprana, nos lanzan al mundo adulto sin darnos las herramientas necesarias para enfrentar las demandas de la vida. En su simpleza, Quino muestra cómo el sistema social nos empuja a ser adultos responsables y productivos, sin antes habernos dado la oportunidad de comprender el mundo ni de disfrutar de nuestra juventud.

Este es, tal vez, uno de los mensajes más poderosos de Quino: la necesidad de reflexionar sobre cómo nos estamos criando, cómo el sistema nos prepara para una vida llena de expectativas y responsabilidades, sin darnos los medios para cuestionarlas o para disfrutar plenamente del camino. Es una crítica a la velocidad con la que el sistema nos empuja a perder nuestra inocencia, y nos lleva a la adultez sin darnos las herramientas para realmente comprender el mundo que vamos a enfrentar.

Reflexión final

El legado de Quino, y especialmente de Mafalda, sigue siendo un faro de reflexión crítica sobre la sociedad, la política, la economía y la naturaleza humana. En cada una de sus viñetas, Quino nos dejó preguntas difíciles, desafíos para pensar y repensar nuestro lugar en el mundo. Nos invitó a cuestionar todo lo que se nos presenta como cierto, a no aceptar la realidad tal como es, sino a verla a través de un lente más agudo, más inquietante. Hoy, más que nunca, sus enseñanzas siguen vigentes, porque la sociedad sigue siendo tan contradictoria, absurda y, a veces, injusta como lo era cuando Mafalda comenzó a hablar.

Quino nos enseñó que el humor puede ser una herramienta poderosa para la reflexión, que una simple viñeta puede llevarnos a cuestionar todo lo que damos por sentado, y que el arte de la historieta no solo es para hacernos reír, sino también para abrirnos los ojos ante las realidades más complejas.

Con cariño y admiración,
Sebastián Gatius Malbrán

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